AGUSTÍN RODRÍGUEZ.
El cruel dictador oprimía al pueblo y repetidamente elevaba impuestos, pese a los consejos de sus asesores que veían la irritación popular.
Con frecuencia preguntaba a sus recaudadores lo que el pueblo opinaba; la ira de sus súbditos hacía sonreír al opresor soberano, hasta que un día la respuesta varió. El pueblo, extrañamente, reía del nuevo cobro.
Si se enojan, tienen algo que puedan quitarles; si ríen, ya no tienen, razonó, y varió su política para reducir la peligrosa presión ejercida.
El pueblo de esa historia es el mismo del aquí y ahora, y el soberano perverso es Comisión Federal de Electricidad, que explica detalles que ellos no suben tarifas, sólo deslizan el costo del consumo, pero para que el paga, uno es uno y dos son dos. Para CFE no, uno es 1 y dos, es igual que uno, más infl ación y costos de operación actualizados.
Bueno, eso lo enseña la alta dirección de empresas que hablan del ganar-ganar, en asuntos de dinero, y en cuanto a comunicación, puede decirse lo que sea, pero cuando no puedas decir la verdad, no mientas.
Son malitos los asesores que intentaron explicar por qué se cobra tanto –entre 200 y 600% más en el último recibo--, pero peor, son abogados del diablo, enfrentando a quienes saben del tema y explican por qué existen esas fallas, pero la empresa es la única en negarlo.
El punto está, dicen los conocedores, en que CFE hace unos meses “dio mantenimiento” a los medidores a través de contratistas externos que a su vez contrataron personal no apto para la tarea e “hicieron un cochinero”, sostiene Francisco Villafl or.
Si la presión actual no hace que la empresa reconozca su falla, algo puede pasar, pues el pueblo ríe de los altos costos de la luz que según los jefes eléctricos, son porque esta temporada hizo mucho calor. El canal del tiempo los desmiente, no fue distinto, así que debieran buscarle por otro lado.
Desafortunadamente ayer llamó por teléfono el desaparecido diputado federal José Luis León Perea y dijo, así, placidamente, que “ya me dijeron que no se puede hacer nada”. Y como era de esperarse, la respuesta puede resumirse así, confi rmando la imagen que se tiene del lento y ausente legislador: “pa´reso me gustaba”.
ES CLAUDIA Me llamó mi asesor político de cabecera y fue directo al punto: ¡es Claudia! ¿Qué Claudia y qué es? Respondí fi ngiendo sorpresa, pues acabábamos de tocar el tema 2 días antes, de la poco útil campaña de Julián Luzanilla y Toño Astiazarán para alcanzar la dirigencia estatal del PRI, cuando los astros están alineados a favor de, como le dicen en Hermosillo, “La güera”.
Hace meses si lo viéramos con ojos de astrólogo, está listo este escenario, pero se ha tardado y eso complica, por eso hay boletines de prensa de la ofi cina de Julián Luzanilla quejándose de mano negra en la información que manda Jorge Hoyos, pues Jesús Bustamante Salcido, ex alcalde de San Luis Río Colorado, es luzanillista y es mentira que apoya a Claudia Pavlovich Arellano en su meta presidir el tricolor.
No creo que en forma perversa, pero si pudo haberse confundido don Jorge, quien fuera hoy dueño de la silla de su tocayo Morales, de no ser por golpe que le dio la voluntad popular a su candidato en julio de 2009.
Amigos como son Bustamante el sanluisino y Julián, es obvio que nobleza obliga, pero al fi nal, verá usted, cerrarán fi las en torno a la hermosillense.
Cuándo, es la pregunta.
A ver si nos la contesta el miércoles que venga a Guaymas a hacer labor de convencimiento pero, de antemano, le decimos que los priístas ya conocen el consenso: es claudia.
Enseguida, quiero decirle que es malo divulgar chismes catastrofi stas en una sociedad que se cree todo, pero que además, tiene razón, pues pareciera que ya lo ha visto todo.
Eso de que un maremoto –o `tsunami´, como le llaman los japoneses- destruirá Guaymas esta tarde, como a las 15 horas, es una predicción que si se cumple, no tendrá nada de acertada, pues es la casualidad lo que guía el trabajo de los adivinos como la que pronosticó una catástrofe en un programa de frivolidades en la televisión.
Si no pasa nada, tampoco pasará nada en las nuevas adivinanzas de la astróloga y todos contentos. Pero el problema es que hay quienes siguen el juego y no tarda en llegar el pánico. Debiéramos ser más serios al tratar esas cosas.