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Quitan el nombre Trump en hotel de Panamá

+ Caos, trifulcas y ‘sanguijuelas’ en el Hotel, revela artículo del NYT

 

CD. DE PANAMÁ, 6 de Marzo de 2018.- El Trump Hotel Panamá, una torre de 70 pisos que lo con vierte en el más alto del país en esta capital del istmo, es la única propiedad del presidente Donald Trump en América Latina.

Se diseñó y construyó para ofrecer vistas extensas de la bahía panameña, tiene 5 piscinas en sus áreas del exterior y cada habitación ofrece batas, artículos de papelería y enjuague bucal que llevan la marca del apellido del presidente estadounidense, Trump.

Pero ya tuvo problemas por los gritos y empujones del personal de seguridad y otras personas, la policía con cascos antibalas e intervenciones de reguladores laborales panameños, especialistas forenses y un juez de paz.

Todo deriva de la operación completada por el empresario que hace poco adquirió la mayor parte de las acciones del hotel, Orestes Fintiklis, quien se propuso dejar por fuera a los Trump, pese al contrato de largo plazo que existe para gestionar la propiedad, pero ellos se se niegan a irse.

En una carta cuyo sobre indica que es “Privado y confidencial” dirigida a los otros propietarios del hotel, Fintiklis comparó a los Trump “con sanguijuelas” que se habían aferrado a la propiedad y “están drenando” las últimas gotas de sangre del hotel, indica un artículo divulgado este lunes por el diario The New York Times, donde también se puede leer que la crítica va más allá, pues también interpuso demandas acusando al negocio familiar de los Trump y a la Organización Trump de mala gestión del hotel.

LOS TRUMP RESPONDEN

Por su parte, la Organización Trump responde con acusaciones a Fintiklis de usar “tácticas mafiosas” para entrar a la fuerza a las oficinas administrativas del hotel, lo cual provocó altercados, y de involucrarse en una “conspiración fraudulenta” para quitar a la propiedad la gestión y la marca Trump.

El 26 de febrero, el Ministerio Público de Panamá dijo investigar si hubo “conducta reprochable” en la disputa, lo cual significa que una rama de un gobierno extranjero se encuentra en la posición extraordinaria de investigar un negocio propiedad del presidente estadounidense.

Hace solo siete años, al inaugurarse el hotel, el presidente de Panamá, en ese entonces Ricardo Martinelli, exaltó la propiedad junto a Trump. La ciudad de Panamá en esa época estaba repleta de inversionistas internacionales y su economía estaba en auge. Era la “Dubái de Latinoamérica”.

Alan Garten, principal funcionario legal de la Organización Trump, dijo que el Donald Trump no está involucrado en la disputa actual y que “esto no tiene absolutamente nada que ver con el presidente de Estados Unidos”, y asentó que “es una disputa exclusivamente comercial” y que “obviamente, la situación recibe más atención esta vez”.

El presidente sigue siendo propietario de la empresa a través de un fideicomiso, pero delega la gestión cotidiana a sus hijos mayores, Donald Jr. y Eric. Todo indica que el origen del conflicto es un asunto de negocios, no de política; en cualquier otro momento, la Organización Trump y su ejército de abogados podría haber disfrutado entablar este tipo de batalla campal.

Sin embargo, ahora la disputa se vuelve el dolor de cabeza más grande del negocio familiar en una época en que su fundador está en la Casa Blanca. Ello implica que cada decisión y problema se magnifica en todo el mundo. El negocio también da señales de reducirse: la Organización Trump aceptó acuerdos para eliminar el nombre de Trump de propiedades alguna vez atesoradas en Nueva York y Toronto.

Con toda la presión y las tensiones, la empresa se muestra reacia a dejar ir la propiedad panameña y con eso posiblemente dar cabida a otros socios para desafiar sus acuerdos, se extiende el NYT apegándose a fuentes cercanas a la familia trump.

Los Trump creen que la ley está de su lado. Sus abogados argumentan que su acuerdo de gestión evita que Fintiklis rescinda el contrato sin la orden de un mediador y el contrato para administrar el hotel expira en 2031. Los Trump dicen que quieren respaldar a sus empleados, varios de los cuales Fintiklis ha querido despedir, mientras el contrato esté vigente.

La disputa ocurre ahora que la propiedad de Trump —al igual que muchos hoteles panameños— tiene problemas. El hotel perdió más de un millón de dólares el año pasado, indican documentos confidenciales en poder de varios medios financieros, después de obtener ganancias operativas brutas de más de 800 mil en 2016.

Fintiklis, de 39 años, no hizo comentarios. Ha hecho, sí, varias apariciones provocadoras en el hotel en días recientes. Una noche, después de una confrontación verbal con los empleados de Trump, él y casi una decena de sus ayudantes, fueron al vestíbulo y pidieron pizza de un restaurante en la propiedad. Después, Fintiklis tocó música de “Zorba, el griego” en el piano de cola y sus amigos cantaban.

Fintiklis nació en Chipre y fue funcionario en el ejército de ese país antes de estudiar derecho en la Universidad de Oxford; ahora tiene residencia en el sur de Florida y dirige Ithaca Capital Partners, su propia firma de inversiones.

En 2017 Fintiklis acordó comprar 202 de las 369 unidades del hotel por 25 millones de dólares, y se convirtió en el propietario mayoritario del hotel, donde también se opera un casino y un complejo de condominios independiente, espacios ajenos a la disputa entre los Trump y Fintiklis.

Los Trump dicen que aceptaron la transacción, en agosto pasado, con la condición de que Fintiklis no interfiriera con su gestión del hotel y la asociación parecía prometedora cuando el chipriota dijo que el hotel era una “propiedad icónica” y que ansiaba trabajar con los Trump. Pero a poco de eso, intentó sacarlos de la asociación.

Su campaña comenzó en serio en octubre: hizo una votación para declarar un incumplimiento por parte de los Trump en su acuerdo administrativo. Después, la disputa llegó al sistema legal y buscó mediación para retirar a la ahora familia presidencial.

Los Trump dicen que la naturaleza inmediata de los esfuerzos legales de Fintiklis, demuestran que jamás tuvo la intención de cooperar y que había estado planeando un ataque desde el inicio.

“Solo queremos dirigir el hotel pacíficamente y sin interferencias”, dijo Garten, el abogado de la Organización Trump. “Sin embargo, estoy dispuesto a litigar este caso y no tengo dudas de que triunfaremos”.

SE VA EL NOMBRE TRUMP

Por su parte, cuando Fintiklis se convirtió en el propietario mayoritario el año pasado, el hotel ya tenía problemas, un hecho que de inmediato adjudicó a los Trump.

Regodeándose en sus críticas, dijo en un documento presentado ante el tribunal que una “pésima gestión” del hotel junto con “violaciones materiales” del contrato de administración y las obligaciones fiduciarias habían hecho que las ganancias se desplomaran y el estado del edificio se deteriorara.

“El hotel prácticamente ha estado vacío”, se mencionó en el documento, una afirmación que los Trump niegan.

Este lunes, después de llegar al hotel con un contingente de funcionarios judiciales y oficiales de la policía nacional —y el fallo favorable de una corte panameña—  Fintiklis finalmente expulsó a la Organización Trump, y las letras plateadas T-R-U-M-P fueron retiradas del cartel del hotel por un obrero.