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Humanoides mexicanos ganan copa mundial

México, D.F., 8 de octubre 2012.-  Los equipos que disputan la final de futbol son Inglaterra contra México. La ciudad es Bristol y el público está claramente a favor del equipo de casa. Súbitamente los locales rematan contra el arco de los nuestros y el portero apenas alcanza a desviar el esférico; en respuesta, el delantero nacional toma la pelota, apunta y se queda a unos milímetros de anotar gol. Al final de la justa el desempate es por puntos y éstos favorecen a los tricolores. La BBC de Londres parece coincidir con las reseñas de los demás medios: “Simplemente fue un encuentro emocionante”.

Esta narración, que bien podría ser la del partido por un trofeo cualquiera, en realidad corresponde a uno de características inéditas, la Copa Mundial de Robótica 2012, presidida por la FIRA (Federación Internacional de la Asociación de Robo-Futbol, por sus siglas en inglés), evento en el que los jugadores son máquinas humanoides que juegan al balompié en un rectángulo de cuatro por seis metros, con una pelota amarilla y afelpada, como ésas empleadas por los tenistas.

El éxito en esta aventura —en la que la escuadra nacional se enfrentó a 26 equipos de todo el mundo— es producto de la colaboración inusual entre la UNAM y el Cinvestav-IPN, y reflejo de lo que pasa si dos rivales como Burros y Pumas, antagonistas al menos en lo deportivo, unen sus fuerzas. El torneo tuvo lugar hace unas semanas en la ciudad de Bristol, al sudoeste de Inglaterra.

“Mucho se habla del encono entre la Universidad y el Politécnico, pero pensamos, ¿por qué no aprovechar las fortalezas de cada uno? En cuanto a robots, ellos han destacado a la hora de hacerlos caminar ágilmente, nosotros en lo tocante a inteligencia artificial, así que la mancuerna se antojaba inevitable”, señaló Adalberto Llarena, doctor en Ingeniería de la Computación por la UNAM e integrante del grupo pUNAMoids, del posgrado del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS).

Para el universitario, el encuentro final fue sumamente emotivo, casi de película. “Imagina un lugar lleno de ingleses, prensa británica y nadie que te apoye como mexicano. A medida que corría el reloj, la gente se dio cuenta de nuestro esfuerzo y entusiasmo, y gradualmente comenzó a simpatizar con nosotros. Al final, una vez que nos declararon ganadores, de manera espontánea los británicos comenzaron a corear en español, aunque con acento confuso, ‘¡sí se pudo, sí se pudo!’… Fue la cosa más emocionante”.