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Estas líneas...

La ciudad nos necesita         GUAYMAS.- Fuera grillas. Hoy la ciudad necesita de la solidaridad porque más de 10 mil personas fueron golpeadas por la lluvia y la mayoría perdieron todo, así que sumarse a los grupos de apoyo que llevan paliativos a estas familias, es el paso del momento en el puerto.

Es increíble lo que puede hacer el agua. El retrato lo muestra la colonia Adolfo de la Huerta, al este de la ciudad, por donde se llega desde el sur volteando a la derecha y donde en el pasado había un paraje rematado por un cañón con par de afluentes formando el arroyo. La necesidad la creó el asentamiento en suelos propiedad del expresidente nativo de Guaymas, que su  descendencia donó para esa gente, por ello el homenaje guaymenses de oficializar con su nombre a la colonia.

No tienen la culpa por asentarse allí. Necesitaban un trozo de suelo y como “paracaidistas” llegaron los primeros en los años 70. Así los llamaban. Si sirve de consuelo, Pemex, con toda su capacidad técnica y económica, se asentó con su planta receptora de combustible frente al muelle, en el desemboque del mismo arroyo y viera los estragos que le causa cada cinco o seis años.

Dañó también camiones y muros en el negocio del transportista Alfredo Suárez Ríos, pero el hombre --de raza le viene al galgo—lejos de sentarse a lamerse sus heridas, arregla su espacio y envía el resto de sus capacidades a auxiliar a la gente damnificada, principalmente de la colonia Adolfo de la Huerta.

Eso explica el por qué hace tiempo Claudia Pavlovich lo vio y pensó que sería un buen aliado cuando se tratara de hacer cosas buenas por Guaymas. No se equivocó y ahora lo confirma.

Y con él, llegan otros empresarios como el Luis “Lichy”Bueno, Jesús Fajardo y sus hermanos; Alfonso Valencia, Beto Vázquez y Jesús Saldaña –discúlpenme si olvido nombres—a aportar su grano de arena, qué créanme, es mucho más que un grano. Qué agradecidos debemos estar también con los marinos de la Armada de México que con pico y pala ayudan a quienes debieron salir de sus casas cuando el arroyo llegó con sus embates. Y con la Policía, que día y noche se esforzó por ayudar a todos e ir a donde se les necesitara. Me consta también el esfuerzo del alcalde Lorenzo De Cima y su gente, que no durmieron la noche de sábado y madrugada de domingo pensando en qué hacer y haciéndolo, por la gente.

Y qué ejemplo de Claudia Pavlovich, la gobernadora. En charcos, arroyos y lodazales, acompañó a los damnificados y con el rostro marcado por el impacto de ver la devastación, instruyó el accionar inmediato. Allí apareció la solidaridad de muchos.

También la intolerancia y estrechez de otros, pero es parte del espectáculo que da la gente sin conciencia. Me quedo con lo primero, porque emociona, llega al corazón.

Hago un espacio para agradecer la respuesta de Jesús Saldaña. Sabe de la permanente escasez de recursos de la comuna y por su cuenta reparó luminarias en el malecón turístico, barrió algunos espacios y podó plantas junto al mar. Mejoró un poco. Si así fuésemos todos sería mucho mejor el puerto. Se lo agradecen muchas familias, deportistas y jóvenes que día a día utilizan el espacio.

Buena noticia es que en Empalme el problema no fue tanto, sobre todo porque el alcalde Carlos Gómez cota ha recibido no uno, varios baldes de agua fría al hurgar en las cuentas de la Tesorería Municipal. No logra convencerse de la capacidad depredadora de la que fue capaz su antecesor, el pitufo exveterinario Moisés Laguna Torres, a quien le irá bien si no lo lincha el exrielero pueblo.

De regreso a la gobernadora Pavlovich, me reportan que viajo a la ciudad de México, donde buscará recursos para enfrentar las contingencias que se viven en estos momentos por los fenómenos climáticos, pero agregará el esfuerzo para salir del hoyo excavado por el sexenio previo, sobre todo en caminos, cuyos destrozos por el olvido oficial ahora paralizan muchas de las tareas económicas de Sonora. No se vale, pero eso se hizo, ahora a corregir. Quién nos manda.