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Estas líneas...

+ Lorenzo bajo fuego          GUAYMAS.- Mal comienza la semana para quien ahorcan el lunes.

Eso le quedaría cual anillo al dedo a Lorenzo De Cima Dworak, quien apenas sube a la silla principal del Municipio y ya le tupen los misiles principalmente de tres colores lanzados desde baterías compartidas que las vuelven polícromas.

Pero, nada nuevo bajo el sol, el productor pesquero y ex funcionario estatal sabe a lo que va y lo que viene.

El obús que marcó inicio de la ofensiva –cuando apenas tenía dos días en el cargo—fue la crítica por designar secretario particular a un joven que, efectivamente, cometió graves errores poco tiempo atrás y uno de ellos quedó para la historia, al ser citado por medios impresos y electrónicos.

Hay dos ópticas del tema. La que criminaliza al chavo que hace dos años andaba en malos pasos y llegó a cometer un asalto por el cual habría ido a prisión años, pero lo evitaron los buenos oficios de sus padres, familia de bien, y la actitud consciente –“haiga sido como haiga sido”, decía calderón—del representante social que aceptó la oferta de cambiarle el ambiente al muchacho y tratar de reinsertarlo en la sociedad sin esas mañas. En prisión, sabe usted, se vuelven maestros del crimen.

Y segundo, la que, precisamente por haber vencido a sus demonios, cambió su actitud, se preparó, ayudó al ahora alcalde en su campaña y por eso pudo alcanzar ese cargo de mayor confianza para el rector del Municipio.

Hasta los regidores priístas en los disparos de advertencia para que no haya funcionarios nombrados sin los protocolos legales, aceptaron que son buenas las segundas oportunidades, así que el chavalo debe quedarse y confirmar que cambió para bien.

Si no, tendremos que rememorar la hipocresía generalizada que permite fustigar, echar a los leones o cortar las manos a quien roba un pan, y aplaudir a quien hurta toda la panadería.

Nunca, los detractores de De Cima y su particular –te hablo Chon, para que me escuches Chona—elevaron la voz, menos pusieron el grito en el cielo, cuando el trienio anterior llamó a funciones a personajes muy cuestionados.

Así, llegó a tesorero un sujeto expulsado del sector financiero tras provocar enorme boquete a una institución bancaria; más tarde, ese mismo personaje no pudo ser regidor cuando querían imponerle trabas al alcalde de 2003-2006 porque apareció ese y otros “errores del pasado”… y no eran mil 430 pesos, sino millones… ¡de dólares!

Y ¿qué decir del secretario? Lo ha sido dos veces y en ambas deja cuentas pendientes en juzgados, por su actuar en el mismo cargo, al disponer de suelos ajenos por los cuales sus patrones que lo contrataron como profesional, se  quejan de abuso de confianza. Y ahora volvió y de nuevo se dio vuelo traficando influencias ¿verdad, Sindicato de Trabajadores del Ayuntamiento? Y ni se diga en asuntos relacionados con el manejo de grillos chantajeando a la comuna, o como responsable de la seguridad Municipal, en lo cual podría dar cátedra de por qué hubo tantas ejecuciones en el trienio.

Espero que la burbuja creada por Otto Claussen para cubrir de color rosa su trienio, no sea reventada por su sucesor cuando ordene auditorías. Y eso no ocurrirá si los bombardeos, poco efectivos por cierto, iniciados contra la naciente administración, terminan.

O para decirlo en el lenguaje de los mismos priístas pero del viejo (y sabio) cuño: si jalan la cobija de una esquina, destapan la otra esquina y ésta querrá hacer lo mismo. Todos quedarán desprotegidos, entonces.

No debe darse el caso porque es mucho lo que mostrarían y no sería prudente desde el punto de vista imagen, para quienes ahora suben a plataformas buscando fortalecer su carrera política. Lorenzo no está manco pues, es lo que quiero decir, y basta ver quién (o quienes) ayudo a sentarlo en su actual silla, para confirmarlo.

EN EMPALME

Empalme cumplió 62 años la semana anterior. Lo hace en medio de penurias mil por el papel del inepto presidente que tuvo, un veterinario buena onda que fue primero diputado y, por levantar el dedo a cuanta orden azul le llegaba, lo hicieron presidente.

El saldo desastroso no podía ser de otra forma. Más cuando, acostumbrado rápidamente a la “dolche vita”, supo que debería ser diputado federal para no entrar al ambiente descrito por el “Tlacuache” Garizurieta, filósofo político veracruzano que inmortalizó aquella frase genial, cuanto cínica, que reza: “vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error”.

No pudo. Se peleó con todos y desesperado por ver el profundo hoyanco de la vida común, lanzó mandobles desesperados y ahora deberá enfrentar las consecuencias. Legales, por supuesto, que políticas ya las sufre.