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+ Cabildo: Albertano contra Abertano; Otto: Que no quede huella; Todos contra el muro, pero NO al gasolinazo          GUAYMAS, Son.- Anochecía y la sesión del Cabildo --misteriosas a la vista del escaso público que las presencia-- se estancaba en la discusión de un tema que hizo abandonar el recinto, airados, a los 3 regidores priístas, el punto 6 de los 19 que sobrecargaron el orden del día.

Solo los regidores saben lo que aprueban, se supone. Obvian lectura, pues antes les envían información en gruesos legajos que dudo, hayan leído completos alguna vez. Mea culpa y lo celebraré si me equivoco.

Este lunes, la exhibición de valemadrismo hacia la comunidad se dio en aras del partidismo y el interés meramente particular –“son solo tres años pues”, me dijo con sonrisa cínica un cínico político varias veces regidor en su cínica carrera política--, pues los priístas se fueron y más tarde supe, había línea “de Hermosillo”. Ellos que lo expliquen.

Y la discusión de quienes se quedaron se centró en el capulinesco yo creo, yo pienso, a lo mejor, quizá, tal vez sobre si corregían o no el nombre del trabajador Abertano Castillo Segovia, quien en otros documentos aparece como Albertano y, pues, hay que confirmar si es o no ¿no?

Después de media hora de alegatos a un tema que les es ajeno, resuelven dejarlo y exhortar al interesado a hacer los cambios en el lugar que de por ley corresponda. Tan fácil.

Punto bueno para Fernanda Caballero, la señora síndico, su celosa observación de hacer las cosas bien al ceder o intercambiar suelos. No se vale lo que ya ha sucedido, que funcionarios improbos se apropian de terrenos–demasías le llaman, tan buscadas por los profesionales de estos hurtos al patrimonio municipal— reservados para equipamiento o área verde.

Pero la banalidad de los regidores les impide ver lo trascendente. Nadie pidió analizar 5 ó 6 puntos donde el alcalde propuso recibir poder para que él y el secretario negocien cosas. También aprobaron y nadie supo describirlo, el gasto millonario en desayunos escolares cuyo origen, precio, calidad y destino desconocen. Por eso no avanza este pueblo. Creo que ya no iré a observar las sesiones del Cabildo, al menos en este trienio.

OTTO, QUE NO QUEDE HUELLA

Cuando llegó Carlos Zataráin a la alcaldía de Guaymas quiso limpiar la bahía de Guaymas, entonces una enfermante laguna de oxidación.

Su experiencia en el Instituto del Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable, hoy Comisión Estatal del área, le permitió avanzar rápido y hasta dragó un buen espacio tras gestionar el cese de arrojos de aguas negras. Le siguió aquel clavado al mar con sus colaboradores para demostrar que ya estaba limpio este cacho de mar.

Aprovechó para derribar el adefesio del Cine Terraza Guaymas. El entonces gobernador Eduardo Bours no lo quería, pero no revolvió gimnasia con magnesia y le dio a Zataráin 4 millones de pesos para comprar el terreno donde más tarde se haría un proyecto del Fondo Nacional de Turismo, que también construyó la bella marina que allí opera.

El sucesor de Zataráin, Antonio Astiazarán, aprovechó la inercia y convenció a Bours de terminar el nuevo malecón y la magnífica explanada donde habría turismo y comercio; la lamentable derrota del experimentado empresario Carlos Zaragoza (PRI) ante el improvisado César Lizárraga (PAN), hizo quemar la cosecha y frenó esos proyectos. Quienes tomaron el mando municipal dejaron caer todo y se acabó el sueño de crecimiento que había nacido.

Lizárraga fue un pez chico en el mar de tiburones y pagó muy caro el aprendizaje. Luego vino Otto Claussen y el teutón fue el “tiburón blanco” de ese mar, pues hizo negocios desde que llegó y a juicio de sus propios amigos, se le pasó la mano.

Por eso Lorenzo De Cima (PAN), su sucesor, ordenó al contralor Fernando Ortega (PRI), precisar malos manejos que no son, ni por mucho, los principales. Como no lo encuentran, hábil como es para evadir la ley y sus vericuetos, le dejan por escrito en la Tribuna del Puerto algunos pecados no capitales. En este caso, “solo” que no debió contratar obras sin aprobación del Cabildo. Y recuerda el documento que el abogado Ramón Leyva, secretario del Ayuntamiento, refrendó cada uno de esos contratos ilegales.

También que el Claussen que enloda el apellido, pagó a una empresa de seguridad privada para cuidar su casa de Hermosillo, en el número 22 de Uvalama y bulevar Los Sabinos, donde vive hace años, 533 mil 533 pesos del dinero de los guaymenses incurriendo en “desvío de recursos para usos particulares”.

Pero no aparece nada en ese extenso documento publicado en escaso espacio y microscópica letra, firmado por el señor Ortega y atestiguado por Jorge Alán Carlos Ojeda y Edith Nájera Solís, del negocio más grande de Otto, el que entracaló al pueblo, el crédito de 360 millones solicitado a la banca y que finalmente alcanzó 400, de los cuales solo entraron a la caja 315. Si, en el camino se perdieron, por decirlo de alguna manera, ¡85 millones!

Aunado a la poca experiencia de Lorenzo de Cima, más su falta de colaboradores hábiles y la abundancia de politicastros presupuestívoros, este duro golpe es lo que tiene hundido al puerto, con suciedad, malos servicios, escaso alumbrado, pavimentos en deplorable estado y cuestionable seguridad pública, esto último producto de los experimentos hermosillenses que ahora tienen al frente de esa importante área a un guardaespaldas de un destacado empresario capitalino.

A De Cima le falta exhibir en otra publicación todo el fondo de esa deuda injusta, ilegal, y hacer que se proceda, ya, contra los culpables encabezados por Otto, de la grave afectación que se vive.

CONTRA EL MURO, SI, PERO NO AL GASOLINAZO

No hubo éxito en la manifestación de un grupo de guaymenses contra el gasolinazo el sábado y domingo pasados. Ni lo habrá mientras esos movimientos no surjan de gente representativa pero alejada de cargos públicos.

Los políticos ya no movilizan. No se confía en ellos y lo confirmarán en 2018. Pero, es un hecho, la gente no acepta el gasolinazo.

A Enrique Peña Nieto se le respalda en su respuesta al llamado a repeler al extraño enemigo que osa profanar con sus plantas el suelo Patrio. Luego se le pedirán cuentas de sus despilfarros y por qué y a quiénes beneficia su política del ya rebasado neoliberalismo cuyo pináculo fue en el sexenio de Carlos Salinas.

Ya sabemos el resultado de esas políticas, no se tiene que esperar a ver “el bienestar” que se supone, llegará con las reformas impuestas. Ese discurso también está agotado.