Agustin Rodriguez
La convocatoria a sus consejeros demuestra que el PRI cuando quiere, jala reflectores, cual ocurrió la tarde del miércoles en la que no todos, pero la mayoría acudieron e hicieron su trabajo.
Muy bien por cierto, incluyendo sorpresas por hechos que creíamos ocultos en el pleistoceno.
Es que hablar de Virgilio Ríos Aguilera es hablar de larguísima historia de sapiencia política que por lo menos en los últimos años, se guardó en algún viejo baúl de algún viejo desván, pero ha salido a la luz y eso debe poner a pensar al enemigo.
Trae eso a mi mente que hace unos días vi en el escenario a otro viejo sabio, de los políticos formados cuando se hacía política, Samuel Ocaña García, el ex gobernador que prefi rió alejarse los últimos 6 años al sentirse mal visto en los altos mandos estatales y sabio pues, el viejo, aguardó el momento para salir de nuevo.
Lo hizo para recibir un reconocimiento del gobernador Padrés Elías, para más valor de la presea, pues participan con distintos partidos aunque a la hora de ver por el bien de Sonora, los colores no les importan. Qué lección.
Ocaña da su nombre al plantel Conalep Hermosillo I, y la placa alusiva fue develada por ambos. Allí se recordó que el neumólogo de Arivechi fundó en 1980 este subsistema educativo.
Este servidor no lo veía desde aquel desayuno –muy reprimido por cierto, por el poder en turno—que los priístas ofrecieron en Hermosillo a Roberto Madrazo, donde Samuel se quejaba de la tendencia caciquil del poder en la entidad.
Pero era sobre el consejo del PRI lo que tratábamos, así que sigamos: Ríos Aguilera ocupa el sitio desalojado por Gilberto Otero, con auxiliares inéditos que permiten superar el “ya chole”.