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Columa 1

La pandemia y los niños: no es fácil...

XALAPA, Veracruz.- Después de la noticia de que ya no habría más clases presenciales, no fue fácil.

Cuando hablamos de héroes, hay algunos muy especiales que se olvidan: los Niños y Adolescentes.

Aceptan todo. Se ven obligados a renunciar a tanto y aún así lo aceptan mejor que nosotros.

Se les priva de ir al colegio.

Ya no pueden jugar con sus amigos.

Las salidas a los parques han terminado.

Dejaron de ir a hacer compras con la mamá.

Las fiestas de cumpleaños de los amigos ya no existen, ni siquiera las suyas.

No mas actividades.

Y deben aceptar y comprender como personas adultas

Terminan apoyando el estado de ánimo y las preocupaciones de los adultos.

Y todo esto sin quejarse, porque saben que "allá afuera, hay una enfermedad".

"Lo sé mamá, es por el Coronavirus".

¡Quiero agradecer a todos los niños por esto!

Son Nuestros mayores tesoros, que nos enseñan todos los días a privilegiar las cosas más importantes.

Los niños y los adolescentes son los más golpeados y tiene esa fortaleza porque aún tiene inocencia en el corazón.

Los caminos del racismo

HERMOSILLO, Son.- Le llamaban El Tío Juan. Era un indio yaqui de edad incalculable y dentadura completa. Prieto y correoso, caminaba al paso de los demás, encorvado a lo largo de los surcos con el morralito de tirante cruzado al pecho, cargado de semillas que en silencio tomaba con la punta de los dedos y las hundía en la laderita del surco.

Me llamaba la atención porque siempre musitaba algo, como un rezo, una oración o una plegaria en palabras que yo no entendía, aunque caminara en el surco a su lado repitiendo los movimientos para tomar las semillas del morralito y hundirlas en la tierra seca del valle, a donde mi padre me llevaba a sembrar sandías.

Del Tío Juan aprendí a clavar las semillas en el surco, cubrir el agujero y hacer un movimiento de abanico con los dedos, como quien limpia el polvo sobre el pequeño espacio donde quedaba la simiente y, cuando estaba muy liso, pintar con el dedo índice una cruz.

Era como un acto de fe. Un ritual religioso para encomendar a Dios la cosecha y a mis doce años eso me parecía al menos, enigmático, pero lo repetía con cierto divertimiento porque me parecía que de alguna manera en algo teníamos que depositar las esperanzas de que el verano produjera muchas y muy sanas y sabrosas sandías.

Lo que más me llamaba la atención del Tío Juan, además de su sombrero sucio y ajado era su silenciosa presencia y su vitalidad. No recuerdo si eran cuatro o seis hectáreas las que sembramos ese día con ese rudimentario método, pero nunca perdió el paso.

En las ‘cabeceras’ de los surcos había un garrafón de vidrio lleno de agua, forrado con ixtle mojado, colocado a la sombra de cualquier rama para que no se calentara y eran como las estaciones para descansar y platicar un poco, refrescar los labios antes de emprender el camino de regreso, sobre el surco, sembrando.

Si la memoria no me falla, en aquellos años la sandía se sembraba en marzo, para cosecharla en junio. Y en ese lapso había que fertilizar y fumigar (también manualmente); desahijar, desyerbar a punta de azadón y pala. Y desde luego, regar. Eso era un encanto de chinga porque había que levantarse a las tres de la mañana y una vez en el verano andar a corre y corre ‘pegando’ los surcos que se rompían, inundando donde no deberían. Ahí no se rajaba nadie.

Pocos, muy pocos lectores sabrán la magia de extraer agua del canal de riego mediante el milimétricamente sincronizado movimiento de empujar y jalar con una mano un sinuoso tubo, mientras con la palma de la otra mano tapas y destapas el otro extremo generando un vacío que termina por expulsar un generoso chorro de agua que se va llenando el surco.

Mi padre tuvo sangre india. Mayo, supongo, porque nació en El Mezquital de los Ochoa, en Choix, Sinaloa. El Tío Juan era yaqui. Los dos se pegaron una chinga trabajando en el campo. A mí me tocó poquito de eso, pero les aprendí mucho.

Por eso ahora que escucho tantas voces diciendo que los yaquis son unos alcohólicos, delincuentes, huevones, mantenidos, drogadictos, me da un chingo de tristeza. No tanta como la que me da cuando leo a otros tuiteros validando esas palabras y haciendo abstracción de la cruenta historia de la tribu.

Mutatis mutandis, son los mismos argumentos que alimentaron en el porfiriato la guerra de exterminio contra los yaquis, siempre en rebeldía con el gobierno, por cierto.

Me dan tristeza también los argumentos que después de ese negro, vergonzante capítulo de la historia, generalizan de tal forma que todo nos llevaría a pensar que lo mejor sería rociar con napalm o algo peor a los ocho pueblos yaquis y eliminar ese estorbo del progreso.

Debo decir que cuando se levantó la cosecha, mi padre contrató a algunos yaquis que se la pasaron fumando mota y prefirieron dejar el trabajo tirado antes que pegarse la chinga de cargar los ‘tortons’ de sandías. Pero lo mismo hicieron unos yoris de esos a los que les da más miedo una pala que una víbora de cascabel.

Creo que las generalizaciones, a la hora de interpretar lo que sucede con la tribu yaqui en estos días, son bastante sesgadas y por lo tanto, dañinas.

Ni todos los yoris son buenos, ni todos los yoremes son malos, y viceversa. Interpretar correctamente la realidad de los pueblos indígenas en México, y en Sonora en particular es extremadamente complejo. Detrás hay siglos de colonialismo y transculturización, de imposición de la cultura hegemónica. De explotación y despojos, de políticas paternalistas y clientelares que en buena medida han contribuido al abandono de las labores productivas y al fomento del ocio, madre, dicen, de todos los vicios.

El bloqueo carretero que mantienen los yaquis en la rúa federal 15 tiene sus antecedentes en una añeja y muy nutrida lista de demandas irresueltas relacionadas con sus condiciones de vida en pueblos sin servicios básicos (energía eléctrica, agua potable, drenaje, infraestructura urbana, salud pública, educación); tenencia de la tierra, conflictos internos auspiciados desde la esfera gubernamental y política…

No justifico el bloqueo y el cobro de cuota en la carretera, pero trato de entenderlo a la luz de todo lo que ha sucedido con la etnia a lo largo de la historia. No los señalo, porque entiendo que cada vez que señalas a alguien con el dedo, hay tres dedos de tu propia mano señalándote a ti, preguntando que se ha hecho por incorporar a los pueblos indígenas al progreso, respetando su cultura, sus usos y costumbres, sus derechos humanos.

El tema que detonó las protestas en el sur del estado fue la construcción del acuaférico en Hermosillo, pero eso ya ha quedado superado al sacarlo de la agenda legislativa, al menos temporalmente. Pero eso prendió la mecha y reavivó temas mucho más complejos que son los que mantienen la movilización indígena.

En los próximos días estará el presidente de la República en territorio yaqui. Seguramente vendrá con las alforjas llenas de promesas y atisbos de solución para desactivar el bloqueo, como han hecho otros presidentes, aunque también dicen que éste es diferente.

Dicen que vendrá acompañado de su precandidato al gobierno del estado, Alfonso Durazo, lo cual es una práctica más bien ortodoxa de arrancar campañas electorales.

Por cierto, ya nunca supe del Tío Juan, pero estoy seguro de que si viviera estos días, se daría tiempo después de la jornada de sol a sol, para ir a levantar la piola en la carretera. De ese tipo se me hace que era.

El Festival para Yáñez, sin Yáñez

GUAYMAS, Son.- En su XVII Edición, el Festival del Mar Bermejo ha sido "Desyañezado”.

Después del desatino de hace unos días de eliminar de tajo la efigie del general José María Yáñez, icono del Festival Mar Bermejo desde su fundación en 2004 y sustituido por un corazón acústico; ahora nos enteramos que la directora del Instituto Municipal de Cultura y Arte de Guaymas, se avienta la puntada de hacer una edición virtual, sin tomar en cuenta que el Ayuntamiento de Hermosillo tomó la misma decisión y resultó un verdadero fracaso.

Apenas el viernes el secretario de Salud del Sonora afirmó que estos quince días son decisivos ante la situación sanitaria que vive el Estado, más en el caso de Guaymas donde su sistema hospitalario ha sido rebasado; pese a ello la alcaldesa, presidenta de la Junta de gobierno del IMCA Guaymas, desatiende las indicaciones del secretario de Salud y en vez de cancelar la realización del festival, pone en riesgo al personal de logística adscrito a la mencionada paramunicipal y lo obliga a que se congreguen a realizar y filmar los conciertos virtuales, poniendo en riesgo no solo los empleados y artistas de los grupos participantes en el festival virtual, sino familiares de ambos y, yéndonos a los extremos, hasta las personas de los distintos transportes públicos que tomarán en el ir y venir diariamente y todo por la necedad de “presentar trabajo” que ya no convence a nadie.

Estamos a 29 quincenas de que concluya esta administración municipal, sin duda, una de las más vapuleadas que ha tenido nuestro tan amado Heroico Guaymas.

Hago un llamado al Lic. Enrique Clausen Iberri, Secretario de Salud de Sonora, para que tome las medidas oportunas que permitan resguardar la integridad física y de salud de los empleados, sus familias y la ciudadanía en general.

La injusticia de la élite

CD. DE MÉXICO.- Surgen preguntas respecto del doble homicidio del Juez Uriel Villegas y su esposa y merecen ser respondidas, Ministro Presidente Arturo Zaldívar, y Consejo de la Judicatura Federal.

¿Tenía la institución ya conocimiento de esta situación de extremo peligro para el Juez Uriel?

¿Cuántas veces les plantearon el problema?

Y no hubo respuesta para reforzar su seguridad, los jueces federales tenían temor a represalias, lo cual era completamente justificado, también son humanos.

Vale, la pena recordar que el 29 de diciembre 2019, otro juez federal Gabriel Domínguez Barrios sufrió un atentado en las afueras de su casa en Cuernavaca, fue balaceado frente a su familia y las investigaciones hasta este momento, realizadas por la Fiscalía General de Justicia duermen el sueño de los justos, no sabe nada.

El juez Gabriel Domínguez también había hecho del conocimiento del Consejo de la Judicatura Federal su precaria situación de seguridad, tenía bajo su jurisdicción casos de los Rojos, así como un amparo respecto a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa.

El asesinato del juez Uriel Villegas pone en evidencia las enormes fallas del sistema de seguridad en torno a los impartidores de justicia.

¿Por qué desestimaron altos funcionarios del CJF como irrelevantes los pedidos de protección del juez Uriel?

¿Se pudo haber evitado el doble asesinato?

¿El asesinato del juez federal Uriel es consecuencia de la separación del cargo del Magistrado Avelar presuntamente vinculado al CJNG?

¿La Secretaria técnica penal sabía de la necesidad de protección para jueces y magistrados federales por el manejo de asuntos del Menchito y del CJNG, y no hizo nada?

Hoy, se sabe le habían retirado los escoltas al juez Uriel Villegas Ortiz, por esa mal entendida “austeridad franciscana” del gobierno federal, es un ahorro ruin, cuando el valor de la vida humana está en juego.

Las consecuencias, fueron mortales y de por vida marcaron a sus víctimas, fuentes extraoficiales indican que el juez y su esposa fueron brutalmente y despiadadamente, asesinados de 20 balazos en su casa… estando presente sus hijas.

Ministro Arturo Zaldívar y CJF hoy 2 niñas quedaron sin el amor de sus padres, huérfanas a los 3 y 7 años, suyos son los muertos.

Suya, será la culpa por no tomar las debidas precauciones para que no se llevará acabo el doble asesinato, ocurrido la mañana del martes 16 de junio 2020.

Vuelvo a preguntar

¿Se pudo haber evitado?

La respuesta es, sí.

Ellos, son sus víctimas, ahora asuman las consecuencias Ministro Presidente Arturo Zaldívar y CJF.

El kiosko de la plaza 13 de Julio

GUAYMAS, Son.- Fue el "Arancel general para el gobierno de las Aduanas Marítimas en el libre comercio del imperio mexicano", del 15 de diciembre de 1821, el instrumento que ordenó el establecimiento de Aduanas Marítimas en los puertos que fueron habilitados para el comercio por las Cortes Españolas, el 20 de noviembre de 1820.

Este documento es en cierta forma el mandato que ordena el establecimiento de una aduana marítima que dará origen a la entonces villa de San Fernando de Guaymas.

Existen mapas que datan del año 1813 donde ya aparece delimitada el área de lo que durante la mayor parte del siglo XIX se denominó como la Plaza de Armas.

A lo largo del siglo XIX se trató de mejorar el aspecto que guardaba la mencionada plaza, para ello se colocaron bancas de cemento, lámparas de queroseno e incluso se realizó el primer intento de levantar un monumento para honrar la memoria de las personas que ofrendaron su vida frente a los franceses, aquella tarde del verano de 1854.

Los primeros indicios de esa propuesta de monumento aparecieron publicados el día 19 de octubre de 1880; los directores de los periódicos La Tijera y El Monitor del Comercio, solicitaron a la legislatura del Estado que se decretara la erección de un monumento a la memoria del general José María Yáñez, en la Plaza de Armas de este puerto, que recordara los gloriosos hechos del 13 de julio de 1854.

Nueve días más tarde, el día 28, el periódico El Nacional de la Ciudad de México, apoya la moción de los periódicos locales diciendo: “Los periódicos de Guaymas exaltan el patriotismo de los diputados al Congreso para que decreten la erección de un monumento en la Plaza de Armas de aquel puerto, que recuerde las glorias legadas por el inmortal general D. José Ma. Yáñez, el 13 de julio de 1854. Justo es levantar estatuas a los héroes. Y el general Yáñez es acreedor a ello”. El monumento se levantó consistiendo en una columna de orden corintio, coronada por una diminuta victoria alada.

Dos años más tarde, en mayo de 1882, la Compañía Limitadora del Ferrocarril de Sonora, donó una fuente que se colocó al centro de la plaza, en sustitución del monumento a los héroes. Por espacio de veinte años la plaza no sufrió modificación de alguna consideración, salvo el 4 de junio de 1902, cuando el cabildo del Ayuntamiento de Guaymas, acordó darle el nombre de Plaza 13 de Julio a la antigua Plaza de Armas.

La vieja fuente se acercaba a los 28 años de haber sido instalada cuando el segundo regidor don Juan Zenizo Schiaffino propuso en sesión solemne del Ayuntamiento, el 2 de mayo de 1910, la construcción de un kiosco en la plaza 13 de julio a objeto de celebrar dignamente el primer centenario de la independencia mexicana y que sustituyera la para entonces deteriorada fuente; el cabildo aceptó por unanimidad del regidor Zenizo y otorgó un presupuesto de 10 mil pesos para su construcción o elaboración.

El 13 de mayo de ese año, el Ayuntamiento entregó un anticipo tres mil quinientos pesos a la agencia de la Fundición de Sinaloa en Guaymas, para la elaboración del kiosco de la plaza 13 de Julio, a base de hierro fundido y conforme al seleccionado en el catálogo de productos que elaboraba la mencionada Fundición.

La fundición de Sinaloa, tenía como antecedente a la Fundidora de Mazatlán fundada en 1862 por el señor Francisco Loubet, de origen francés, como un modesto taller de fundición. Diecisiete años más tarde pasó a poder de la sociedad integrada por los señores Joaquín Redo y Balmaceda, duranguense, y Vicente Ferreira Pesqueira, hermosillense.

En 1880, don Francisco Loubet, en sociedad el señor Francisco Urriolagoitia, establecieron un nuevo y modesto taller siderúrgico. En 1883 ingresan los señores Francisco Echeguren y Alejandro Loubet, hijo de don Francisco, como nuevos socios a la empresa y constituyeron la firma Fundidora Loubet y compañía. En 1885, tras la muerte del señor Ferreira, la fundidora Loubet y Cía., adquirió del señor Redo y de la señora Carlota Hidalgo Navarro viuda de Ferreira, la fundidora de Mazatlán y la fusionan, creando la Fundición de Sinaloa, que rápidamente se consolidó como la empresa industrial más importante de Mazatlán donde se elaboraban: maquinaria, carros y clavos para minas y haciendas de beneficio, tubería, calderas, tanques de almacenamiento, llaves, conexiones y válvulas, tonillos, tuercas y arandelas, estufas y lavaderos, estructuras de hierro para mercados, bodegas y kioscos, barandales y rejas, cruces y placas para cementerio, pupitres, muebles; entre otros.

El Congreso del Estado autorizó al Ayuntamiento de Guaymas, el 7 de junio de 1910 para que erogue el gasto de diez mil pesos, mismos que se utilizarán en la construcción de un kiosco para la plaza 13 de julio de este puerto.

El día 8 de junio comenzó a ser desarmada la fuente de hierro de la plaza 13 de julio, dos días más tarde se inició la edificación del edículo del kiosco, utilizando la base de la antigua fuente; concluyendo los trabajos de construcción, el día 10 de julio.

El 21 de julio de 1910, a bordo del vapor “Manuel Herrerías”, arribaron al puerto las estructuras metálicas del kiosco y el personal de la Fundidora de Sinaloa que se encargará de su armado y montaje. Al día siguiente causó expectación el inició de la instalación del Kiosco.

El 13 de septiembre de 1910 la Plaza 13 de Julio fue adornada con banderas, colgaduras y cientos de focos. El nuevo kiosco fue pintado con pintura de plata y daba a la vista un golpe soberbio.

A las nueve de la noche del 15 de septiembre de 1910 se reunieron en el Palacio Municipal las autoridades, el Comité del Centenario, la Cámara Nacional de Comercio, representantes de la Banca, de las Sociedades Mutualistas y gremios industriales, artesanos y obreros y se dirigieron en ordenada procesión a la Plaza 13 de Julio donde fue inaugurado el Kiosco.

La placa conmemorativa estaba cubierta con un paño de seda rojo y al ser descubierta, pudo leerse lo siguiente:

1810 – 1910

El Ayuntamiento Constitucional de Guaymas en conmemoración del Centenario de la Independencia.

Gobernador del Estado, C. Luis E. Torres.

Vicegobernador, C. Alberto Cubillas.

Presidente Municipal, C. Carlos T. Gutiérrez.

Presidente del Comité del Centenario, C. Juan Zenizo

Constructores Fundición de Sinaloa.